Etna, tras visitar cueva. Ahora os sigo contando!! |
El ostello y el trabajo,
muy bien. Como era temporada baja, a penas había clientes y junto
con algunos huéspedes habituales, la recepción y los turnos se
hacían bien. La mayor parte de las veces trabajaba por la tarde,
unas cuatro o cinco horas. Lo peor eran los turnos de noche, de la 1
a las 9 incluyendo la preparación del desayuno. Una putada,
sobretodo, si alguien salía y no poder dormir de seguido y aguantar
las borracheras de los demás, un rollo. Y el turno te dejaba un mal
cuerpo todo el día..
Kadri, con bigote |
Como voluntarios estaban
una chica danesa, muy joven y maja, un sueco Henry (un vividor, muy
listo, un personaje, con un don para los idiomas), luego llegaron dos
chicas de Estonia (muy majas, sobretodo Kadri con la que solía salir
a fumar), luego una alemana y un croata, Boris, que llegó para
sustituirme. Con este percal, el idioma oficial era el inglés.
Genial para mí y no tanto para mi italiano, pero también aprendí.
Todos teníamos en común, nuestro amor por Italia y el italiano. Yo
a veces flipaba, cómo gente tan diferente a mí (y a los italianos),
teníamos en el fondo, tanto en común. Los nórdicos, muy suyos para
algunas cosas, con muy poca paciencia con el inglés, un poco
racistas y clasistas, pero de buen corazón.
Luego estaban Angela y
Marcello, los dueños del ostello, de mi misma edad. Angela, un
encanto de mujer, con un bebé de un año, súper loca y graciosa
contando cosas y jurista como yo. Marcello, el típico tío que cae
bien a todo el mundo y tiene mogollón de amigos. Muy simpático y
divertido. De hecho, todos los fines de semana se juntaban en el
hostel para ver el partido del Catania, o se organizaban torneos de
cartas. Uno de sus colegas, Ciccio (Francesco) solía salir con
nosotros, de hecho, era nuestro cicerone: llevándonos siempre en su
coche, saliendo con sus colegas e informándonos de conciertos.
el sueco de resaca una tarde de domingo futbolero |
Conciertos y la Chiave
Nera. La chiave es el local más antiguo de Catania y todos los
domingos se organizaba un concierto, a los que íbamos sin falta
(muchos de los grupos se hospedaban en el ostello). A veces con más
éxito y otros, un auténtico sopor. En mi vida he ido a tantos
conciertos como aquí. Alguno genial como el de swing que vimos en la
calle en un festival de voluntariado, qué buenos! La Sala Revólver,
un local de los amigos de Ciccio (tipo casa okupa), Teatro Coppola
(antiguos almacenes okupas, con sesiones de teatro) y un local para
ver cine en versión original, son sitos guays y absolutamente
recomendables!!
Cualquier noche hay
marcha en Catania, es increíble. El lunes, que cierra casi todo, se
concentra en el Ostello un bar-restaurante donde los erasmus, nativos
y quien quiere salir, se va a tomar unas copas a las mesas del sitio
o a beber de pie. Mola. Del resto de bares, destaco “Fondo bianco”
tipo tarberna con las bebidas muy baratas y el dueño un loco de
“Héroes del silencio”. En general, las birras 1€, los shots
(chupitos) 1€, vamos, como que te obligan a beber, no?
la cena mejicana con Kart al fondo |
Una semana, hartos (es un
decir) de comer pizza, pasta, focaccia, panino y esas delicias
italianas, iniciamos una semana de la comida típica de cada país
representado, en esta especie de Festival de Eurovisión que era
nuestro ostello. Empezamos con comida mejicana ya que estaba un chico
mejicano, luego seguimos con un guiso de lentejas y patatas alemán,
una gran primera paella hespanyola y la comida vegetariana del sueco,
que nos cocinaba a menudo.
Los huéspedes. Recuerdo
el primer fin de semana, con un campeonato de cartas, el ostello
lleno (no tanto de clientes como de amigotes) y llegaron dos
americanos. En ese momento, había italianos, polacos y una
australiana. Qué risas con Corbet, el americano de Virginia que vive
en California y que también ha dejado su trabajo para hacer bandas
sonoras de películas. Menuda cogorza que nos pillamos todos, puesto
que era el primer día del sueco y mío y en el ostello había un
ambientazo estupendo, qué buena forma de empezar
Después, recuerdo a
Manolo un tinerfeño que había ido a hacer una entrevista de trabajo
y que llegó en un momento en el que estaba un poco harta de tanto
niño escandinavo y de hablar inglés sin parar. Le había atendido
por teléfono y reconocí su acento español. Luego cuando llegó
pues era un tio de mi quinta súper majo, a Angela le encantaba! No
sé si habrá conseguido el curro, seguro que sí.
Luego llegó Genghis, un
chico mejicano, que también dejó su curro de animador en DF, estaba
recorriendo Europa desde septiembre, majo y un apasionado de la
fotografía y las nuevas tecnologías, hicimos algún viaje juntos y
fue prolongando su estancia de lo a gusto que estaba.
Dave y el sueco, de camino al rastro |
Coincidiendo en el
tiempo, con el mejicano, llegó Dave, el australiano. El tio
buenorro. De madre italiana, había venido a Milán a estudiar
durante 5 meses italiano, el pobre casi no aprendió nada, pero a
cambio, hablaba alto y claro inglés y tenía mucha paciencia con la
gente. Se quedó varios días y tuvimos la oportunidad una noche que
salimos y yo hacía turno de noche, de conversar durante horas sobre
el amor, las relaciones y la filosofía de vida. Súper interesante e inteligente!
Sólo por conocer a las
personas de las que hablo, el viaje mereció la pena. Es una
oportunidad para salir de lo habitual, esforzarte por hablar en otro
idioma y conocer la forma que tienen de pensar otras personas de
distintas partes del planeta. Al final, te das cuenta de que todos
los que andamos por el mundo de esta forma: albergue de mochileros,
dejando el curro, viajando sin prisas, somos todos iguales. Estamos
locos, hechos de otra pasta.
...toda la "troupe" el día de mi despedida... |
Y esto es todo amigos...
Lo que se puede contar, claro. :)