Y por fin llegamos a Atenas (ciudad
erigida por la Diosa Atenea, protectora de la ciudad) y comienza la
aventura. En el aeropuerto, hay que caminar un laaaargo trecho para
salir, la estación de tren se encuentra fuera del aeropuerto (sigues
caminando) y cuando das con ella, primer choque linguístisco: no te
enteras del mapa del metro. Consejo: todas las paradas llevan a la
Plaza Syntagma.
Vista general de Atenas |
La primera
sensación que nos llevamos en Atenas es que estás en una ciudad
sucia y avenjentada, triste, gris. Sin embargo, como otras grandes
urbes del pasado, apenas la descubres un poco logras encontrar
resquicios de épocas esplendorosas. Llama la atención que las
aceras tengan baldosas amarillas, que puedes seguir cual Dorothy en
el Mago de Oz. Y también es muy curioso que siempre que tomas
alguna consumición en el bar, el camarero te sirve -sin pedirla-,
una botella de agua fresquita y vasos, lo cual en el mes de julio era
muy de agradecer.
Una vez alojadas en nuestro pequeño y
humilde hotel (Hotel
Cosmopolit) no se sorprendan si descubren que al lado se
encuentra un local de alterne, nos dirigimos a descubrir la
Akrópolis, motivo principal de nuestra estancia. En
cualquier caso, el Cosmopolit es muy buena opción por precio,
servicios y ubicación.
Vamos caminando desde la plaza Omonia,
y tardamos unos 20 minutos en alcanzar el Ágora antigua y los
primeros restos arqueológicos de la tarde, el Templo de Hefestos ,
ya vemos el Partenón a lo lejos y a pesar del enorme calor, su
imagen nos reconforta.
Odeón de Herodes Ático |
Iniciamos la subida a la Akrópolis por la colina,
plagada de mármoles blancos resbaladizos, y llegamos a la taquilla,
son 20€ de entrada, y no 30€ como habíamos leído en internet.
Hordas de turistas descamisados (el calor es insoportable),
imposibilidad de hacer fotos sin gente, el Partenón con andamios,
pero la belleza del lugar es insuperable. La entrada de los Propíleos
nos avanza la monumentalidad del lugar con unas columnas imposibles
de abarcar con los brazos. Prohibido tocar. Al lado de la entrada se
encuentra el Odeón de Herodes Ático, similar a un teatro romano y
construido para audiciones musicales, que aún sigue utilizándose
hoy en día, de hecho, pudimos escuchar las pruebas de sonido de un
Festival.
Trasera del Partenon |
El Partenón es el edificio más grande
de todo el conjunto. Es impresionante. Hileras de columnas dóricas
rodean el edificio, dentro las grúas intentan reconstruir el
interior donde hace cientos de años se encontraba una enorme figura
de mármol y oro de Atenea, de 11m de altitud. Casi nada. Recordad
que la altura del templo es la de un edificio de tres plantas.
Si queréis más información a cerca
de cómo y por qué se construyó el Akrópolis (parte alta de la
ciudad), hay muchos vídeos en internet explicativos del proceso
dirigido por Pericles. Es increíble cómo los antiguos hacían cosas
tan maravillosas y duras con la escasez de medios de aquellos
tiempos…
En la misma
Akrópolis, mientras descansábamos un poco de la caminata por la
colina con el abrumador calor de esa tarde, nos dio por preguntar al
sabelotodo Google porqué el mármol del Partenón y otros edificios
se percibe amarillo, aun cuándo te puedas hacer una idea de lo
brutalmente espectacular que debía ser en origen. Pues resulta que
el color amarillento se debe al proceso de oxidación del hierro que
contiene el mármol con el que se construyó, procedente del monte
Pentélico.
Lateral del Erecteion |
En la parte izquierda, se encuentra
otro imponente edificio, el Erecteión, tan bonito como el Partenón
aunque muchísimo más pequeño y mejor conservado. Aquí sí es
posible ver el interior, tomar fotografías perfectas, contemplar la
Tribuna de las Cariátides (y maldecir al Museo Británico, todo en
uno), rodear el templo e imaginarse cómo debía de ser aquello hace
2.500 años.
El resto de la Akrópolis son restos
peor conservados y trozos de mármol, columnas, frisos y metopas por
doquier. Nos acercamos al lado norte para disfrutar de las vistas y
de la Colina de Licabetus, así como del Templo de Olimpia Zeus y de
las gradas del Estadio Panathinaikos que acogió la primera edición
de los Juegos Olímpicos, allá por 1896.
Al finalizar el
recorrido, nos tomamos una granizada en el único bar disponible en
la colina de la Akrópolis que había que pagar a precio de oro. Pero
eso sí, tal era la temperatura esa tarde que nos supo a la mismísima
gloria!!
Atentas es pura historia. Grecia es el
origen de la Democracia, la política, las matemáticas, los JJOO, la
ciencia, la filosofía. La cuna de la civilización occidental. Y en
la actualidad es uno de los países más machacados por la crisis y
la Unión Europea. Ver para creer.
Monte Licabeto, al fondo |
Terminada la visita, bajamos hacia la
plaza de Plaka, pasando por delante de la Embajada española que está
justo enfrente de la Akrópolis (¡Qué difícil debe ser trabajar
así!). Y como ya estaba atardeciendo, decidimos coger un taxi que
nos llevase hasta la Colina Licabeto, un trayecto súper barato
(3,75€), el funicular cuesta 5€ por persona. Al llegar al monte,
y tras caminar y subir unos cuantos peldaños, llegamos a la cima que
ya estaba tomada por turistas y pudimos disfrutar del ocaso frente al
Akrópolis, y la extensa ciudad de Atenas y de la luna lunera.
Mmmmm, cena típica griega!! |
Cenamos allí
mismo, en el restaurante y empezar a degustar los maravillosos
productos griegos como el queso Feta en la ensalada y la Musaka! El
queso no nos faltó en nuestras siguientes sentadas: la ensalada
griega es un auténtico básico, como tampoco la cerveza: ya sea la
más afamada Mythos u otras marcas como la Alfha, te la ponen de
medio litro directamente (no apto para gente no cervecera) aunque
eso sí, no conseguimos tomarla bien, bien fría, algo absolutamente
inexplicable!!
Al día siguiente, decidimos visitar
una isla cercana a Atenas, es decir, no más de una hora de recorrido
en ferry. Dado que ya no había pasaje para Hydra, nuestra primera
opción, nos decantamos por Aegina o Egina, en las islas Sarónicas y
a 50 minutos desde el Pireo y 25€ de viaje.
Es una isla pequeña y tranquila, sin
apenas turismo, pero con sitios interesantes que ver: el Templo de
Apolo y el Templo de Afaya, que junto con el Partenón y el Sunión,
forman el llamado “Triángulo Sagrado” por su excelente estado de
conservación.
Puerto de Aegina |
Otras curiosidades sobre la isla, es la
principal productora de pistachos en el mundo, fue la primera capital
de Grecia, y también la primera en acuñar monedas y tener Marina.
Lo de los pistachos es un auténtico
descubrimiento, y lo venden de todas las variedades posibles: en
garrapiñada, en crema para untar (con un sabor parecido al de la
nocilla), existe aceite y hacen también jabones y otros productos
impensables con este fruto seco.
Verano Azul Griego |
Nosotras decidimos alquilar unas bicis
(5€ al día), recorrerla tranquilamente y pegarnos los primeros
baños del viaje. Sin duda fue todo un
momentazo
a lo Verano Azul, incluso nos cruzamos con una hermana de La Dorada,
aquí con nombre impronunciable. Nos pareció súper ilustrativo que,
en una ruta de unos 9 kilómetros por la costa, en una carretera
nacional sin arcenes y plagada de desniveles y curvas, ni un solo
automovilista se impacientara con nuestra presencia: cero pitadas de
claxon. Aguardaban sin problema el momento óptimo para adelantarnos,
todo un gustazo para el turista y buen ejemplo de la enorme
amabilidad que derrocha el pueblo griego.
Disfrutamos de la parte oeste, con una
costa más estrecha sin playas y más piedras que la occidental. De
la amabilidad de sus gentes y, sobretodo, de la transparencia de sus
aguas y el rico sabor de su comida. Otra de las
curiosidades en Grecia es que, en general, todos los baños de bares,
restaurantes y baños públicos en general están perfectamente
limpios, y siempre hay jabón y papel disponible. Sin duda, en esto
deberíamos copiarles en España. Otra cosa curiosa: por cada ronda de consumición, te traen el ticket correspondiente, así sabes lo que estás gastando en cada momento!!
*Esta entrada está escrita en colaboración con mi amiga y periodista viajera Montse Sánchez Ruiz, nunca se lo agradeceré lo suficiente, ni las risas, ni las palabras..
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