Y por fin llegamos a Atenas (ciudad
erigida por la Diosa Atenea, protectora de la ciudad) y comienza la
aventura. En el aeropuerto, hay que caminar un laaaargo trecho para
salir, la estación de tren se encuentra fuera del aeropuerto (sigues
caminando) y cuando das con ella, primer choque linguístisco: no te
enteras del mapa del metro. Consejo: todas las paradas llevan a la
Plaza Syntagma.
Vista general de Atenas |
La primera
sensación que nos llevamos en Atenas es que estás en una ciudad
sucia y avenjentada, triste, gris. Sin embargo, como otras grandes
urbes del pasado, apenas la descubres un poco logras encontrar
resquicios de épocas esplendorosas. Llama la atención que las
aceras tengan baldosas amarillas, que puedes seguir cual Dorothy en
el Mago de Oz. Y también es muy curioso que siempre que tomas
alguna consumición en el bar, el camarero te sirve -sin pedirla-,
una botella de agua fresquita y vasos, lo cual en el mes de julio era
muy de agradecer.