No
podíamos irnos de las islas griegas sin conocer alguno de sus
básicos, y en este caso, nos decantamos por Santorini, hacia donde
acudimos vía ferry, como al resto de islas, ya que diversas
compañías ofrecen diferentes conexiones que hacen muy fácil los
traslados de unas islas a otras.
Vista de Oia desde Ferry |
Y
Santorini nos ofreció justo la otra cara de la moneda respecto a
Folegandros: una isla famosísima, masificada, y donde la amabilidad
de los griegos se había evaporado por culpa del estrés y de
jornadas de trabajo interminables de 12 y hasta 14 horas. Así que ya
no nos encontrábamos unas sonrisas enormes cada vez que decíamos
Efgaristov (gracias), al respondernos ellos Parakalov (de nada).