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Katergo Bay |
Rocosa
y con diversos desniveles, Folegandros no es una isla muy
propicia para recorrerla en coche (¡error! No alquiles coche), sino
para visitar por la costa: existen unos taxi-boats que por unos 40
euros al día, realizan un recorrido por las diferentes calas y
playas más destacadas de su litoral. También existe una línea de
autobuses con la que se puede cubrir sin mayor problema la distancia
hacia la playa.
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Vista desde el alojamiento |
Sin ser una isla grande, en un par de días se puede
disfrutar enormemente del ambiente local, aunque para pasajeros que
buscan tranquilidad pero no renuncian a todos los encantos de las
islas griegas: buen clima, fantástica comida, pueblitos en azul y
blanco, gente amable, sin duda es un destino de lo más recomendable.
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Entrada al Castro de Chora |
Posee
tres núcleos poblacionales dispersos por la isla (Puerto, Chora y
Ano Meria), y la capital Chora, se recorre apenas en unos
minutos, pero posee una amplia variedad de restaurantes, comercios,
supermercados, cajeros automáticos y en definitiva, cualquier
servicio que el turista pueda demandar. Todo con el encanto de una
población local que se conoce entre sí, de griegos que acuden desde
otros territorios a trabajar en la temporada turística, y de
turistas que se cruzan por la calle durante su estancia, siendo un
entorno de lo más familiar.
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Nikolau
Beach
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Llama
la atención la gran cantidad de alojamientos que han ido poblando
este territorio, la gran mayoría negocios familiares que, sin
grandes lujos pero con lo justo y necesario, permiten pasar aquí una
estancia de lo más agradable. Todos los hospedajes cuentan con
terrazas con vistas al mar y al pueblo, y es que en el Mediterráneo,
se vive mucho en la calle o hacia ella. Nosotras nos quedamos en
Irene Rooms, ¡la mar
de a gusto, y de barata!
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Templitos griegos |
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Angali Beach |
De
Folegandros sin duda destaca su paz, su enorme tranquilidad, que se
transmite en sus gentes que son un derroche de simpatía y
cordialidad. Permite investigar restaurantes para tomar unas
deliciosas (y románticas, si es el caso) cenas con productos
locales, disfrutar de curiosas calas rocosas de agua limpísima, y de
viajar un poco al pasado haciéndote una idea más o menos acertada
de cómo sería la isla originaria antes del desembarco de los
turistas. Y una se pregunta de dónde han salido tantos gatos
deambulando por sus calles.
Las
playas más bonitas que conocimos fueron Katergo Bay, Livadi,
Angali y San Nicolau, para lo cual hay que realizar una ruta
senderista de poco más de 15 minutos por la costa, desde Angali. Es
decir, ruta no apta para vagos y que nos permitió descubrir una cala
nudista donde ofrecían masajes ayurvédicos.
*Entrada
escrita en colaboración con Montse Sánchez, mi quilla sevillana.
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