4 nov 2018

Día 5: Djupivogur, Seydisfjordur, Egilsstadir

Djupivogur
Los días que estuvimos en el norte, nos hizo un tiempo fantástico, siempre sol, de modo que, decidimos dar un paseo por el agradable pueblo de Djupivogur hasta el museo al aire libre Eggin í Gleðivíken, es un muestrario de los 34 huevos de aves locales que una artista decidió inmortalizar en granito.







Eggin i Gleoivíken

Las vistas alrededor del pueblo son espectaculares. Unos pocos kilómetros más quisimos hacer una parada para ver la pequeña cascada de Sveinsstekksfos. Después, continuamos camino hacia el norte por un paisaje maravilloso y un contínuo vaivén por la carretera. Hay dos opciones: o se ataja por la carretera 939 o se continúa por la N-1 bordeando fiordos, que fue la opción que elegimos para evitar problemas con la furgoneta. También decidimos dejar de lado la cascada de Gullfoss que teníamos planeada.


Sveinsstekksfos


Además el día anterior nos habíamos perdido las vistas de los fiordos de la carretera al conducir de noche así que quisimos regalarnos más kilómetros para ver el mar entrar en la tierra y apreciar los bonitos faros naranjas que bordean esta zona.

Carreteras

El plan de viaje siempre consistió en hacer trayectos de unos 200km al día que ya son muchos km para repartir entre dos personas, aún así hay que decir que las carreteras son buenas, en general y salvo que conduzcas por las F-road indicadas para 4x4 el resto están bien, puede haber algo de grava o a veces tramos sin asfaltar, pero ni siquiera hay grandes subidas o curvas peligrosas, en líneas generales, Islandia es un país llano. La verdad es que me temía algo peor.

Faro a la entrada de Fiordo Faskrudsjordur


Vistas de Seydisfjordur
Después de comer en esta parada tras visitar el faro, seguimos conduciendo hasta Egilsstadir y como el plan del día era terminar la ruta en el fiordo de Seydisfjordur, y nos sobraba mucho tiempo al eliminar la visita a Gullfoss, decidimos visitar el fiordo. Aquí sí hay que subir un puerto, quizás el más alto por el que transitamos en toda la isla, pero nada que ver con los puertos asturianos y disfrutando de las vistas, llegamos a Seydisfjordur. Un pueblecito en el que viven numerosos artistas y su arte es visible en todo momento. Este pueblo es muy transitado por turistas ya que aquí hay una línea de ferry que conecta Islandia con Irlanda y Dinamarca, así que es un contínuo ir y venir de coches, furgonetas, caravanas y camiones. También vimos que hay numerosas rutas de trekking por la zona. A las 6 de la tarde, regresamos a Egilsstadir a repostar gasolina y tomar un café (otro español trabajando).

Tienda en Seydisfjordur
En ese momento es cuando decidimos continuar viaje y acortar km para la etapa del día siguiente. Así que al atardecer, comenzamos a recorrer por la N-1 lo que, para mí, sería uno de los peores momentos del viaje. Al abandonar Egilsstadir, unos km más adelante, comienza un páramo absoluto de la nada más sobrecogedora que te puedas imaginar. Son kilómetros y kilómetros de paisajes llanos, algún que otro cañón y sin apenas circulación. Así que tras llegar a un mirador en el que hay varios coches aparcados y vemos en el tablón que estamos ante 4.000 km2 de extensión, se estaba haciendo de noche y la temperatura bajaba muy rápido, decidimos volver ya que 15 km atrás habíamos visto un restaurante con cámping y varias furgonetas estacionadas.

Allí pagamos 1000 isk por pasar la noche, el cámping estaba muy bien y contaba con una pequeña cocina donde coincidimos con una pareja de catalanes de Girona, majísimos con los que compartimos cena y una amena y divertida sobremesa.

Al irnos a dormir y mirar al cielo, éste no podía estar más bonito. Miles de estrellas, la Vía Láctea se veía con claridad, alguna que otra estrella fugaz, la Osa Mayor estaba encima nuestro. Me habría quedado horas y horas mirando las estrellas, pero había que descansar y abrigarse, 4º!

Casa pintada en Seydisfjordur






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