El volcán (La Montagna, como se refieren a ella por estos lares), es sin duda, una de las principales atracciones de Catania puesto que la ciudad se extiende desde la colina del Etna hasta la costa. Es decir, desde el primer momento se percibe cómo el volcán es una suerte de madre (mamma) para todos los habitantes de esta parte de la isla. Desde tiempos antiguos, el volcán ha sido como una guía o un faro indicador de la situación de la costa para los marineros como de la previsión meteorológica en función de las nubes que rodeaban su cumbre.


El guía, geólogo y vulcanólogo, nos abruma durante la visita con información sobre el volcán y vulcanología, pero a mí me fascina todo lo que rodea a estos monstruos. Algunos datos que recuerdo: existen 7 super volcanes en todo el mundo y se llaman así por la cantidad de volumen de magma que pueden expulsar de una sola vez. Nos recuerda que el volcán de Stromboli y el Etna son hermanos, chico y chica, respectivamente. Que la zona este de Catania, gracias a la actividad volcánica, lleva años robando terreno al mar. De hecho se aprecia cómo el litoral costero es más liso y regular hacia el sur (a donde nunca ha llegado la lava) que en la zona norte de Catania cuya costa es más irregular.
Por cierto, me ha encantado este guía, recomiendo que contratéis la excursión con Etnaexperience, me han parecido unos grandes profesionales y la ruta, sencilla, termina con una degustación de vino y miel de la zona.
La diversidad de colores es increíble. Las zonas más oscuras o negras, significan que la lava es más reciente que en otras, donde es posible ver cómo han crecido árboles puesto que las erupciones que ocasionaron esas lavas pueden tener miles o cientos de años. Se observa también cómo hay zonas verdes en medio de un mar de lava, es una especie de oasis debido a un cambio en la corriente de aire, una perturbación en la tierra lo que supone que una pequeña isla se libre de la lava. En ocasiones, son las casas las que se libran de la quema mientras que la de al lado, se ve sepultada.
El último refugio-Piacenza- es un hotel restaurante que se encuentra a casi 2.000 metros de altura, hoy está rodeado de nieve puesto que la cumbre está nevada. Es espectacular. No hay que olvidar que también se esquía en el Etna, una de sus múltiples atracciones.
Intentamos alcanzar uno de los cráteres más cercanos, pero es imposible la fuerza del viento nos hace regresar al refugio. Me siento una exploradora sobretodo porque no estoy preparada para un día de viento y nieve.

Otra de las peculiaridades del volcán son las cuevas, estas grutas se han creado de forma natural debido a una erupción interna que ha expulsado el magma hacia el exterior. Visitamos una de ellas, de 150m de longitud, todas ellas están sin señalizar debido a su peligrosidad, es necesario entrar bien preparado con casco y linterna y algunas llegan a alcanzar varios kilómetros. La forma de la gruta es perfecta, es decir, la propia lava ha creado un agujero con una semicircunferencia que ya quisieran algunas máquinas. Se pueden ver los distintos niveles que alcanza el lava, que en su interior alcanza temperaturas tremendamente altas y que circula más rápido en la parte más baja que en la alta hasta que encuentra un agujero hacia el exterior o simplemente, explota.

Rescate de turistas. Como la entrada al Parque es libre, hasta principios del año que viene que será nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y existirán más medios para su protección. Hasta ahora, parece ser que la mayoría de los helicópteros y las medidas de seguridad que existen se utilizan más para rescatar turistas que para evitar desgracias en las erupciones. Como la de aquella chica española que en el 2005 decidió acampar a la vera de un cráter sin avisar a nadie de su presencia allí y desconociendo el peligro de su decisión. No se ha encontrado el cuerpo todavía.
Al finalizar, nos llevan a un pueblecito donde se puede degustar vino y miel de la zona, que están buenísimos
En definitiva, recomiendo esta excursión a todo el mundo, no es difícil porque la mayor parte del recorrido se hace en jeep, y la belleza y espectacularidad del Etna es una experiencia que ningún visitante en Sicilia debería perderse.
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