27 jun 2017

Nápoles

Nápoles no dejará indiferente a nadie. Es una ciudad caótica, sucia, ruidosa, alocada, pero también es una ciudad auténtica, natural, viva, no engaña a nadie, y precisamente por eso, es una ciudad infinitamente bella.

Piazza Dante











Desde el aeropuerto, salen autobuses Alibus con mucha frecuencia y cuyo coste es 4€. Tienen dos paradas, la estación de tren de Garibaldi y la parada en el Puerto Marina. Ya en el viaje de traslado nos damos cuenta de que es una ciudad especial, la conducción se percibe caótica, el empedrado de las calles, molesto y ruidoso.


Me alojaba en el Hostel of the Sun, limpio, barato y muy agradable, por ello, es el mejor hostel de Nápoles. Una de las primeras dudas a la hora de buscar alojamiento, es qué zona es más segura y recomendable. Con carácter general, se desaconseja la zona cercana a la Estación de tren Garibaldi.

Spaccanappoli


Desde el hostel, muy cerca se encuentra el Castel Nuovo, y el Palacio Real y la Plaza del Plebiscito, a partir de ahí, se puede subir por la Vía Toledo hasta la plaza Dante, es un paseo muy agradable por una zona comercial de tiendas, dejando a la izquierda el Quartieri Spagnoli. También es recomendable callejear por el Barrio Español, perderse y visitar los mercadillos locales de frutas, ropa, pasta, pescaderías, todo un espectáculo. En este viajo barrio se alojaban los soldados españoles cuando recaían en Nápoles en aquellos tiempos de la dominación española. Acércate al Spaccanappoli (parte Nápoles, literalmente) y disfruta contemplando una de las calles más antiguas de la ciudad.


Persiana de pescadería
Tiendecita en Via dei Tribunali




















Lo más bonito, sin duda de Nápoles, es el Centro Storico, con la Vía del Tribunali y la Vía San Gregorio Armeno donde se establecen todas las tiendas y locales de pesebres, con piezas maravillosas para completar los Belenes. Son auténticas obras de arte. Por todo el centro histórico nos iremos encontrando con numerosas iglesias, aunque las más importantes son el Duomo o Catedral, con la entrada al museo donde se puede ver la figura del patrón local, San Genaro y el mito de su sangre licuada cada 19 de septiembre, también la iglesia Santa María Maggiore y la de Gesú Nuovo, espectacular en una plaza tan bonita como la misma iglesia.

Todo este recorrido, por calles serpenteantes, llenas de tiendas, restaurantes y pequeños comercios, es una maravilla, te cruzas con turistas y con gente local, conversaciones en voz alta, risas, olor a pizza, tómatelo con calma y disfruta, es Nápoles en estado puro. Mi zona favorita, sin duda.

Castel Dell'Ovo











Aunque, desde luego, hay muchas más cosas que ver, como por ejemplo, el Castel dell'Ovo, antigua fortificación defensiva y que se dice que guarda un huevo (de ahí su nombre) en alguna parte de su estructura. La visita es gratuita y hay unas vistas excelentes del barrio del puerto y de la bahía de Nápoles. También está el Castillo de San Telmo, al que se llega mediante funicular y el Museo Arqueológico, cita ineludible si te gusta el arte y la historia, así como el Nápoles Sottoterra, para ver una auténtica ciudad bajo tierra, de la época griega.

Bahía de Nápoles con Vesubio al fondo, más despejado tras la lluvia


Una visita tranquila a esta enorme ciudad, por lo menos requiere dos o tres días para verla bien, además, de reservar varios días para los alrededores, tan imponentes como la propia capital.

Por cierto!! Restaurantes imperdibles en Nápoles, toma nota: Di Matteo, Gino Sorbillo y Dal Presidente, todos en la Via dei Tribunali, aunque Sorbillo tiene una pequeña delegación en Via Toledo con una variedad de calzone frita en aceite, que está pa'flipar!! ;)



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