2 dic 2019

Palomino

Palomino

Habíamos oído hablar de Palomino como un sitio muy especial, poco conocido y, sobretodo, frecuentado por mochileros.

Al cambiar de planes y decidir no visitar La Guajira (Cabo de Vela y Punta Gallinas), por temas de seguridad y cansancio general, nos decantamos por visitar este pueblito recóndito.

Desde Santa Marta hay frecuencia de trayectos que paran en Palomino así que no tuvimos problema en tomar un pequeño colectivo de 20 plazas y algunas de pie para hacer el trayecto.

Me permitió conocer a una chica de Medellín que lo había dejado todo para irse con su marido al norte de Colombia e iniciar un negocio local de restauración.



En poco menos de dos horas llegamos a Palomino, la calle principal es la carretera (troncal) que está surcada de negocios. Cuando te adentras en el pueblo, verás que las calles no están asfaltadas y es lugar muy básico y poco desarrollado, pero esa es la base de su encanto.

Habíamos reservado un hotel con piscina por el calor y tras dejar las mochilas nos fuimos a ver la playa. Al oeste la playa de más de 2km llega al río Palomino, y al este al río San Salvador.

Playa de Palomino
El camino hacia la playa está lleno de albergues y hostels para mochileros y restaurantes con muy buena pinta. ¡Había que buscar un buen sitio para cenar pues era el cumple de una amiga!

Cuando llegamos a la playa quedaba poco para el atardecer así que nos fuimos hacia el oeste. La playa es estrecha con bastante desnivel por lo que se camina con dificultad, el mar estaba bravo y había bastantes surfistas que abundan por estas aguas.

Desembocadura Río Palomino
El fin de la playa con el río es precioso y más si está anocheciendo. Allí nos quedamos un rato ensimismadas. Al volver, paramos a tomar unos cócteles en un bar al lado de la playa.

Cócteles
Al día siguiente decidimos contratar un tour para hacer una excursión. Pocas opciones hay: Tayrona, bajar el rio haciendo "tubbing" o visitar un poblado indígena kogui, que fue lo que hicimos.

Poblado indígena
Tardamos casi una hora en llegar al poblado en moto, el recorrido es interesante, pero la experiencia con los niños es aún mejor. Aunque hay poca gente pues es sábado y parece que los hombres y adolescentes están en la montaña, las mujeres y los niños, que apenas hablan español, solo quieren galletas. Se puede ver más de 100 casas, dos escuelas, una enfermería y los espacios de reunión de los hombres. Bajar al río y darte un baño, es otra opción.

Escuela en el poblado
Casa principal
Tras la estancia de dos días en Palomino, teníamos que ir a Riohacha sí o sí, puesto que el avión de vuelta a Bogotá salía desde allí. El plan original era ir a la península de La Guajira por ello compramos el vuelo así.

Atardecer en Riohacha
Tras un viaje de unas dos horas llegamos a Riohacha, dimos un paseo por el malecón, que es muy bonito aunque está un poco deteriorado, había mucha gente en la playa al ser domingo y puedes encontrar miles de objetos y de artesanías en los vendedores ambulantes que encontrarás a lo largo de la playa.

La zona más animada es esta, al anochecer hay muchos establecimientos con la música a tope para disfrutar de la agradable temperatura. En una terraza, cenando algo, nos hicimos amigas de una familia wayuu con la que estuvimos hablando de los problemas indígenas y del país y de los cambios que el Gobierno quería hacer. Fue muy agradable. También tuvimos tiempo para leer los paneles informativos a cerca de la historia de la ciudad, las perlas, los piratas, el comercio de exclavos y el pasado de Riohacha y las mariposas amarillas de Gabo.....

Mariposas amarillas





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