8 ene 2015

Zagora-Desierto Erg Chegaga

Pista
Y llegó el gran día.

El día en el que íbamos a conocer el desierto y pasar allí la Nochevieja. Sin móviles, sin gente, sin calefacción, sin uvas.

No salimos temprano de Zagora, ya que nos quisieron enseñar el palmeral y por el camino decidimos cambiar de rumbo y visitar un poco más el pueblo y acercarnos al mercadillo local.

Más o menos a la hora de la comida, salimos rumbo al desierto cuya duración del viaje es de 3 horas.

Como os imaginaréis la carretera en los últimos 60km desaparece y se convierte en pista de tierra, piedras y arena. Atrás quedaban unas montañas rocosas que recordaban al Gran Cañón y enfrente una extensión de arena y dunas, comenzaba la aventura.

Mis amigos los dromedarios
La conducción deja de ser fácil, el 4x4 cargado con 7 personas se resentía un poco, pero el conductor fantástico nos daba seguridad, adiós a la señal móvil. Estábamos en una carrera contra el tiempo ya que queríamos ver el atardecer, nos cruzamos con varios jeeps cargados de turistas como nosotras buscando sus campamentos.

Y por fin llegamos. Las jaimas perfectamente acondicionadas nos sorprendieron, pero sobretodo la que cumplía la función de baño, no le faltaba detalle!!

Nada más bajar del coche, quedaba una hora de luz, montamos en dromedario. Aquí la experiencia es muy subjetiva, a mí no me gustó, me sentía insegura, mi dromedario que era el tercero de la fila no paraba de adelantarse, de gruñir, el cuarto animal mordía la manta del mío y, finalmente, uno de ellos se soltó, así que puse los pies en el suelo y me volví caminando.

Me quité el miedo subiendo a las dunas y viendo la espectacular puesta de sol.



What's up?
Después, los chicos de Caravane du Grand Erg, nos deleitaron con una maravillosa velada: té a la menta, y una cena compuesta de sopa, cus cús, tajín de pollo, regado con vino y cerveza. Hacía frío en la jaima, así que salimos fuera, se encendió una hoguera y allí esperamos el cambio de año 10 turistas y 8 compañeros nómadas, música de percusión, canciones marroquís típicas, risas, calor, abrazos y palmas.






El 2015 llegó con unas pequeñas bengalas que habíamos llevado y una tarta de bizcocho con chocolate. Una luna casi llena iluminaba la noche y ofrecía un paisaje maravilloso regado con unas cuantas estrellas, no tantas como hubiera creído.

La noche fue fría, muy fría en la jaima, habría sido mejor dormir fuera. Y a las 7 de la mañana, en pie para ver el amanecer.

Una imagen vale más que mil palabras
Amanecer 2015

Bon jour 2015!!

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