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Un Willys de más de 40 años |
Por fin llegaba el esperado día para conocer el famosísimo
Valle de Cocora.
Madrugamos para tomar un
Willys en el Hotel que habíamos contratado para la excursión. Son las 7 de la mañana y parece que somos las únicas turistas en el Valle.
Iniciamos el recorrido mientras que la naturaleza y nosotras mismas, despertábamos con la fría brisa y las primeras imágenes bonitas, cruzando puentes de madera y el río Qundío.
En el tramo inicial, el recorrido es fácil y llano. El suelo está mojado y hay barro, por eso es conveniente ir con buenas botas, ropa de montaña y chubasquero (por si acaso), crema solar y repelente anti-mosquitos.
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Puente de Madera |
La ruta es circular, tiene 13km, se tarda unas 4h y es asequible para todo el mundo, al menos, eso nos dijeron.
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Mapa del Valle de Cocora |
En un determinado momento cundió el pánico entre nosotras. Teníamos un desvío delante, bajada hacia el río o subida. Llevábamos un mapa de papel que nos dieron en el pueblo, muy malo y poco preciso, pero dos móviles tenían la aplicación
Maps with me, muy prácticas sin conexión a internet. Nos parecía que había que girar a la derecha y empezar a subir.
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Empieza la subida |
Después de un buen rato caminando, se nos estaba haciendo muy dura, empezaba a hacer calor y no nos esperábamos tanta subida. Perdimos a una de las compañeras, al mismo tiempo que nos encontramos con dos jóvenes colombianos que subían a toda prisa. Nos unimos a ellos.
Probablemente, tardaríamos unas dos horas en subir a lo más alto del Valle, 2.680m, y por fin también, empezamos a ver lo que nos rodeaba. Durante la subida, estamos rodeadas de una frondosa vegetación selvática y una nieblina que impedía ver más allá.
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Descenso y el caballo blanco de Santiago |
Durante toda la subida y parte de la bajada, no se ve el árbol de la palma. El paisaje sigue siendo precioso, pero nos falta lo principal. Nos encontramos con un guardabosques que nos cobra la tasa que no habíamos pagado, 3.000 COP.
Al salir a un pequeño camino, nos encontramos con turistas, ¡por primera vez en el camino!. Y empezamos a bajar, es la ruta de los miradores donde a cada poco, podemos parar a admirar el paisaje y, ahora sí, las famosas palmeras!!
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Bosque de Palma |
¿Qué ocurrió en nuestro recorrido? Que empezamos a caminar tan temprano que una pequeña garita, donde pagas una tasa de entrada, estaba cerrada (abre a las 9h) y seguimos de frente, en lugar de atravesarla y subir una colina que da al camino, ascendente y que llega al mirador del Bosque de Palmas.
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Parada obligatoria |
OJO: Yo estoy acostumbrada a hacer senderismo (que no montaña) por Asturias, pero esta ruta se me hizo muy muy difícil. Cuesta respirar por la altura y es dura para ser turística, a pesar de lo que nos comentaron en el pueblo. Si no quieres sufrir, tienes que ir por la entrada principal.
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¡¡Esta es la ladera que hay que subir!! |
El árbol de la
Palma de Cera símbolo de Colombia desde 1985. Solamente hay ejemplares en el Valle de Cocora. Son famosas por su elevada altura, alcanzan los 60m, crecen por encima de los 1.800m y necesitan de un clima lluvioso y fresco.
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Símbolo de Colombia |
De su tronco se extraía una especie de cera que se utilizaba para elaborar velas, por este motivo y por la deforestación, está en peligro de extinción.
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Valle de Cocora |
Al terminar la ruta, volvimos a Salento. Habíamos pensado visitar
Filandia y teníamos el tiempo justo, los últimos jeeps salían a las 14h y la vuelta, como muy tarde tendría que ser a las 18h. Volvimos a viajar demasiadas personas en un jeep para hacer casi una hora de recorrido.
Filandia es un pueblo muy bonito, al estilo de Salento: casas pintadas de colores aún más chillones y alegres. Tuvimos mala suerte: la mayoría de sus calles están en obra y se puso a llover a cántaros un buen rato. Aún así, os dejamos alguna imagen 👇
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Calle de Filandia |
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Colorido edificio en Filandia |
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Plaza central |
Al regresar, preparamos las mochilas. Nuestro autobús destino
Medellín salía a las 21:30h con la Flota occidental. Nos llevamos un chasco, creímos que sería un autobús normal y cómodo, y era una especie de miniautobús de 20 plazas, muy incómodo para el precio que pagamos, 58.000 COP.
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