22 nov 2022

De Yakarta a Yogyakarta

Tras llegar a Yakarta, pasar los trámites de inmigración y control, reservar un taxi en el aeropuerto con Blue Bird (la compañía oficial de taxis de la ciudad), donde enseñas la dirección a la que vas, te dan el presupuesto y pagas antes de subir, llegamos al Hotel Andoni, en la parte vieja (Kota). Era un cuchitril, pero barato.

Buscamos la forma de conseguir una SIM Indonesia en supermercados, pero fue tarea imposible porque la gente que nos encontramos no hablaban inglés y utilizando el traductor, nos decían que no tenían. Lo mismo ocurrió con la intentona de comprar billetes de tren en el supermercado, fue imposible. Así que, al final, compramos a través de Traveloka.

 

Prohibido animales peligrosos en el tren

Solo quedaban billetes en clase Executif (cómodos asientos, con aire acondicionado y supuesto wifi), por 300.000rp  a las 8.50 am y 6 horas de duración hasta Yogyakarta, partiendo de la estación de Gambia, que estaba cerca del hotel. El trayecto nos permitió empezar a ver campos de arrozales a ambos lados de las vías. Muy bonito.

Arrozales desde el tren

Cuando llegamos a Yogyakarta, nos asaltaron (como durante todo el viaje), decenas de taxistas ofreciendo sus servicios. Decidimos ir caminando hasta nuestro albergue Snooze (10/noche/pers.), que lo vimos recomendado en varios blogs. Decente, limpio, mochilero y buen ambiente. Además, tienen una recepcionista que habla español, muy maja.

Hostel Snooze
 

Antes de llegar, en un descanso en el camino y en mitad de la calle Malioboro (la principal de la ciudad), empezamos a hablar con un nativo que, muy amable, nos dió su tarjeta pues era conductor. Lo cierto que es reservamos con él al día siguiente la excursión de ver el amanecer en colina frente a Borobudur,  el Templo de Buda, Prambanan y la visita a dos empresas de Batki (tejido local muy valioso) y de Café Luwak), todo por 600.000rp entre las dos.

 

Luwak (Civeta)

Fábrica de Batki
Yogyakarta es una ciudad moderna, estudiantil, con mucho patrimonio cultural, no la recorrimos en profundidad por falta de tiempo. 

Durante nuestro paseo por la calle principal, nos pararon muchas estudiantes para preguntarnos de dónde éramos, cuál es nuestro nombre y grabar la conversación, además, de hacerse fotos con nosotras. No, no somos famosas, es algo muy habitual, como no están muy acostumbrados al turismo (de momento), los occidentales les llamamos mucho la atención, además, estaban haciendo sus deberes de inglés.

Muchas risas con ellas porque eran muy tímidas y les daba mucha verguenza. Nosotras posamos cual instagramers porque nos hacía gracia la situación y, por qué no, nos sentíamos agradecidas.

El día pasa rápido entre el viaje, la caminata hasta el albergue y contratar excursión para el día siguiente y hacer unas compras en un Indomaret (el super de moda en Indonesia). Así que al terminar el día (aquí oscurece sobre las 18h), nos vamos a cenar a un Warung cercano donde comimos el mejor Mie Goreng del viaje y su té de gengibre, estaba espectacular.


Salud!!

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